Mes: diciembre 2015

Podría parecer que estamos sobre una cama en una habitación cualquiera aislados del mundo. Enfrentados nuestros ojos y cuerpos, traspasados, fundidos en en la continuidad de una sola de la piel, donde estamos es en una nube, en el cielo, conectados con toda la energía del universo recorriendo nuestro interior, impulsándonos. Brillando y ardiendo con la intensidad de una estrella.

Aquí estoy contando lunas

que se van desvaneciendo.

Hagamos magia otra vez,

contemos, Uno, dos, tres….

vuelves a aparecer.

La llave de una habitación……ese lugar donde los sueños se hacen realidad, la imaginación, el deseo, la pasión desenfrenada a la que entregarse sin limitaciones. Traspasar la piel y entrar el uno en el otro en una danza de despertar sentidos. Si te miro, me miras, te veo, me ves, leerse en las miradas poemas de placer anclados en el interior. Si te acaricio te siento y me sientes, la piel se eriza con el contacto, un escalofrío recorriendo toda su superficie,  sentir el calor de lo prohibido. Respirar, sentirse vivo, llenarse del aroma que desprenden las frutas maduradas listas para comer. Probar nuestros labios, beber en ellos, deshacerse en la dulzura de nuestras bocas. Romper el silencio entre gemidos y gritos de placer, escuchar los corazones agitados bombeando fuego por cada rincón de nuestros cuerpos.

Flotar sobre las sábanas, sobre tu cuerpo desnudo, empapándonos de placer, sujetando tu espalda, atada tú a la mía, penetrarte y sentir todo tu calor, toda tu humedad derramarse sobre mi, agitarme con gozosas embestidas, leernos esos poemas en los ojos entre gritos y gemidos que se escapan de nuestro interior. Oírnos desear que se alargue el orgasmo, que se encadene con otro, explotar de placer abrazado entre tus muslos, ardiendo en deseo toda tú me recorres por dentro extasiándome en furioso orgasmo, vaciándome dentro de ti. La quintaesencia del placer sostenida entre mis brazos.

Una de esas noches frías a punto de entrar el invierno, en las que la luna parece que sonríe como animando a los amantes a perderse en ella. Para los amantes últimamente las noches tenían hora de caducidad, viviendo en un anhelo de que se alargaran más allá del amanecer. Caminando en busca de ese refugio en el que vestirse de intimidad y dar vueltas entre fantasías y deseos ocultos, fantasías y deseos perfectamente prohibidos. Una puerta que se cierra dejando atrás al mundo para adentrase en la calidez de algo más que una habitación, es un billete de ida, un espacio para la lujuria, ese lugar donde las sensaciones que transmiten los sentidos se transforman en pura sensualidad. En un abrir y cerrar de ojos ella ya se encontraba en la cama, desnuda , cubierta por una fina sábana de seda blanca. El a los pies de la cama poco a poco iba desabrochando los botones de su camisa dejando su torso desnudo ante la disimulada impaciencia de ella porque terminara con ese juego de iniciación, se deshizo del cinturón dejando caer el pantalón y mostrando su cuerpo en un espléndido grado de excitación deseando hacer suya a ella y entregarse por completo. Todavía en pie fue retirando poco a poco la sabana tirando con las manos mientras iba quedando al descubierto toda la belleza en la que se iba a sumergir. Con toda su desnudez al descubierto él alargó su brazo y ella tomó su mano y se incorporó de rodillas sobre la cama frente a frente, pasó sus manos por detrás de su cuello enredando sus manos en su cabello, mirándose ambos a los ojos pudiendo ver ambos en su interior el devastador  deseo que los atrae. Después de deliciosos besos suaves, de beber en su boca y  jugar con su traviesa lengua, acariciarse lentamente sus espaldas sus brazos sus hombros sus nalgas , apretar sus pechos contra su torso con sus pezones endurecidos. Sentir como el deseo recorre todo su cuerpo .  En ese perderse de caricias él pasó su mano entre los muslos  acomodando la mano entre las piernas jugando con unos labios que empiezan a humedecerse jugueteando con su clítoris y hundiendo las yemas de sus dedos mientras tensa y arquea su cuerpo. Agarrando con la mano la tremenda erección y llevándosela a la boca en una succión que le enloquece, en cada batida clavando sus dientes empiezan las piernas a no sostenerle en pie, temblorosas, termina por caer en la cama en un punto de excitación que le tiene rendido ante ella que deja caer su cuerpo sobre el de él, sujetarlo entre sus calientes muslos, entrelazar los dedos de las manos alargar los brazos sobre la cama como dejándole clavado, pegarse a su pecho enfrentarle la cara, besarle y mirarle a los ojos – mirada que lo dice todo- eres mío y voy a tomar posesión de ti. La excitación lo envuelve todo. Simplemente con un leve movimiento hacia atrás se produce la penetración, está totalmente húmeda. Se incorpora y siente como se llena su cuerpo plenamente,  apoya los brazos sobre el pecho de él y comienza a mover sus caderas adelante y a atrás frotando su clítoris sobre su cuerpo bailando dentro de ella a una temperatura que a buen seguro hará explotar la bomba que sensaciones que lleva dentro, la humedad de da paso a torrentes de placer que se derraman sobre el. Se oyen gemidos y empiezan un agitar de caderas. Va a sacarle todo el placer de que sea capaz y a devolvérselo multiplicado. No le permite moverse, el agarra a las sabanas con desesperación, tenso, retorcido de placer mientras los gritos suenan entre un furioso batir de caderas con su sexo apretado y resbaladizo. Cada terminación nerviosa le hacía estremecerse de placer, un orgasmo que hacía deshacerse entre gemidos desesperados y temblando sus ardientes muslos. Sin permitir que el orgasmo decayera él empezó a agitar sus caderas llegando hasta el más profundo interior, ella lejos de parar se unió con una cabalgada feroz entre gritos de placer , toda su sangre hervía en un orgasmo que le recorría arrasando todo su cuerpo. Una corriente recorre todo el cuerpo de él concentrándose en sus testículos vaciándose dentro del cuerpo de ella en un grito de placer. Ella echo su cabeza hacia atrás para dejarse caer sobre su torso , el cuerpo acalorado de una hermosa ninfa, una diosa de piel de terciopelo manteniendo su sexo arropado dentro de ella. Recorrer suavemente con las yemas de sus dedos su espalda, sus nalgas , sus brazos mientras ella con suaves besos recorre su cuello, mejillas, ojos y labios rendidos ante tanta belleza.

La lujuria y la excitación seguían flotando en el mundo aislado de los amantes. El le dio la vuelta y la puso boca abajo cubriéndola con su cuerpo besándole el cuello , masajeando su espalda, pasando las manos entre las sábanas, acomodándolas en sus pechos, apretando sus pezones, pellizcándolos provocando sus gemidos y que se arquee  su cuerpo. Pasó la mano desde el cuello por la espalda siguiendo por el valle que parte sus nalgas, apartando sus ardientes muslos  llegando a su sexo caliente, rojo, húmedo, fundido con la palma de la mano, masturbándola, acariciando su clítoris, hundiendo sus dedos dentro de ella. Escuchando suaves gemidos se va empapando jugando con los pliegues de su sexo mientras su dura erección está deseando unirse a los jugos de su sexo. Puso sus rodillas en la cama y la levanto sujetándola por las caderas hasta una altura en que con suavidad penetró dentro de ella y con suaves embestidas empezó a despertar los orgasmos estimulándose mutuamente recorriendo los sentidos por todas sus terminaciones nerviosas y con cada vez más fuertes y profundas embestidas que desencadenan en orgasmos que los elevan a un clímax que hace que se les desencajen los rostros entre gemidos de placer azotando sus nalgas y pellizcando sus sensibles pezones aumentando la excitación  , provocando un orgasmo detrás de otro vaciando su cuerpo dentro de ella, llenándola de placer y de todo su ser. Hasta caer rendido encima de ella abrazados entre las caricias mas relajadas los besos más suaves y cálidos huecos acoplados a la perfección , piernas en las que enredarse. Dos cuerpos fundidos entre la suavidad y el calor que desprenden toda la energía de la que son capaces de generar e intercambiarse. Subiendo la sabana para envolverse ahora en el mundo de los sueños esperando que llegue la aurora y desvanecerse ambos en el vaporoso aroma de una taza de café.